Por la naturaleza de los gases de uso hospitalario, es necesario considerar los riesgos tanto de salud como de seguridad. Esto es, no solo es importante cuidar de la adecuada utilización y evitar la sobre-exposición a los mismos por parte del personal médico y pacientes, por los efectos fisiológicos que pudiera tener sobre el organismo en concentraciones superiores o inferiores a las toleradas o recomendadas por los tratamientos; es de vital importancia considerar las propiedades físico-químicas de los gases de uso hospitalarios como causa posible de explosiones o incendios.
Por gases hospitalarios entenderemos tanto aquellos cuyo uso principal es su administración al paciente (gases medicinales), y aquellos cuyo fin es el funcionamiento de servicios técnicos del hospital (Gases Técnicos).
Es por ello que debe prestarse especial atención al almacenamiento y distribución de estos materiales.
Hablemos primero del almacenamiento de los gases hospitalarios. Existen normas legales respecto a su manejo, además de las normas internas que establecen los propios hospitales y clínicas.
Una de las formas de almacenamiento es en botellas para gas licuado o comprimido o “tanques” o depósitos fíjos para gas líquido. En todo caso, las centrales de distribución y almacenamiento de gases se recomienda que se encuentren en un edificio distinto del centro de cuidado de salud siempre que exista tal posibilidad.
Una norma general al respecto es el almacenamiento de gases inflamables, los cuales se depositan en cuartos independientes, con suelo conductor y con ventilación hacia el exterior. Este espacio de ninguna manera debe comunicarse directamente con el espacio donde se almacenen los gases oxidantes (aire comprimido, óxido nitroso u oxígeno). Además, estos gases no se almacenarán donde también se almacenen líquidos volátiles anestésicos.
Para los gases embotellados se emplean recipientes fabricados en metal, generalmente acero, que deben responder a ciertas características de acuerdo a especificaciones y normativas específicas. Esta es una cuestión delicada ya que dichos contenedores van a llenarse con gases licuados, disueltos o comprimidos, siempre a presión.
Las botellas para gas en algunas partes también se conocen como cilindros o tanques, aunque este nombre se usa con mayor frecuencia para denominar contenedores de mayor volumen. Están formadas por el cuerpo, que es el contenedor en sí, la caperuza y el grifo, valvula o llave. La caperuza es una estructura que se utiliza como protección para la válvula, y es la parte que se acciona para permitir el flujo del gas.
Todos y cada uno de los componentes de las botellas se fabrican bajo ciertas especificaciones y deben ser periódicamente verificados y autorizados para el embotellado de gases.
La normativa vigente en casi todo el mundo ha establecido una homologación en cuanto a la presentación de las botellas de gas. En el caso de los gases medicinales además de que deben ir con los colores correspondientes a cada uno de los gases, deben ostentar etiquetas con el nombre del gas que contienen, su abreviatura y el símbolo químico. Además debe llevar una etiqueta con la simbólica Cruz de Ginebra en color rojo y las anotaciones respectivas de los riesgos que representa cada tipo de gas.
Almacenamiento de gases embotellados
Como ya se ha mencionado, el almacenamiento y transporte de gases embotellados es una cuestión delicada por lo que cada uno de los pasos que se dan desde su producción hasta que llega al usuario final deben ser realizados de acuerdo a los protocolos establecidos.
Para su almacenamiento existen normativas donde se establecen los lineamientos a seguir. Entre los requisitos indispensables y las medidas de seguridad a seguir podemos mencionar por ejemplo que no se debe utilizar cualquier espacio para este fin sino que debe tratarse de un lugar construido específicamente para dicho uso. Esto no más que para tener la seguridad de que el lugar ofrece las condiciones adecuadas de seguridad como ventilación, distancia de seguridad y segregación. Debe tratarse de un lugar cuyo ambiente sea seco, bien ventilado y donde la temperatura no exceda bajo ninguna circunstancia los 50° C. Lo recomendable es que el acceso sea independiente y directamente del exterior. Otra importante recomendación es que no se tengan grandes cantidades de gases almacenados sino que debe procurarse un suministro constante y tan solo tener una pequeña cantidad almacenada para asegurar el abasto necesario.
Otra medida importante de seguridad es contar con la información del proveedor de gases, y/o el fabricante, sobre las características de cada tipo de gas, los riesgos que representa, las reglas de su manejo y medidas generales para un mejor manejo. Todas estas especificaciones deben estar siempre a mano para su consulta en cualquier momento que se requiera.
El gas embotellado no debe almacenarse tampoco en sótanos, cubos de escaleras, corredores, túneles, vías de evacuación, estacionamientos o cubos de ascensores.
Los espacios para almacenamiento de gases embotellados deben ofrecer las condiciones necesaria para que las botellas, tanto llenas como vacías estén siempre en posición vertical. Deben además estar firmes sobre el suelo y bien sujetas para evitar caídas accidentales que pueden dañar las partes de la botella y ser causa de algún siniestro.
Es absolutamente necesario implementar un estricto control de almacén para que en ningún momento se mezclen botellas llenas con vacías. Las botellas que tengan alguna falla tampoco deben estar en el mismo lugar que las botellas en correcto funcionamiento.
Absolutamente todas las botellas, aún las vacías deben verificarse de tal modo que siempre tengan las válvulas cerradas.
En caso de almacenamiento exterior se requiere tomar las precauciones debidas para que el sitio esté alejado de áreas públicas, edificios adyacentes, zonas transitadas, y por supuesto considerar no solamente los lados y frentes sino también las áreas que quedan por arriba por abajo de los cilindros.